Tras la vuelta a la nueva normalidad, después de más de dos meses de confinamiento y con la necesidad de reinventar nuestros hábitos y adaptarlos a pasar más tiempo en casa nos hemos encontrado con un repunte de citas para revisión visual en pacientes con un denominador común, un empeoramiento en la visión de media y larga distancia.
El sistema visual, en su origen, está concebido para la visión lejana, es decir, para que nuestro sistema visual esté relajado. Debido a los cambios en la conducta social a lo largo del siglo XX y más aún en este siglo XXI, donde las personas desde edades tempranas están adoptando conductas que exigen un estrés visual mayor al pasar muchas más horas forzando la vista que el tiempo que estaban sus antecesores. Estos cambios generalizados en la conducta social hacen que las personas pasen la mayor parte del día entre cuatro paredes y haciendo un uso recurrente de pantallas de ordenador, tablet, o móvil.
Las consecuencias de este estrés visual producen que el ojo se adapte y sea el propio sistema visual el que “prefiera tener una visión cercana buena” en detrimento de una natural más lejana. Es decir, el ojo se “miopiza” (aumenta su longitud), si bien es verdad que esto solo sucede cuando tienes predisposición genética para ello.
Tras el periodo de confinamiento a raíz del coronavirus, la sociedad ha pasado más tiempo que nunca frente a las pantallas. Por consiguiente, las personas que debido a este aumento en la cantidad de horas de exposición han notado un empeoramiento de la calidad de su visión pueden estar ante:
- Un aumento real de la miopía, es decir de la longitud axial del ojo, causada por ese estímulo al sistema visual y el consecuente empeoramiento de la visión lejana. “El ojo se adapta al medio y a nuestros hábitos”
- Un aumento de la sensación de visión borrosa debido a que ese estrés visual del músculo de enfoque del ojo ha causado que no sepa relajarse. Tras más de 60 días de confinamiento, el sistema de enfoque del ojo (el sistema que utilizamos para enfocar cosas de cerca) ha perdido momentáneamente la capacidad de relajarse. Por ello, al mirar a distancias lejanas y ante la incapacidad de relajación, nuestra percepción es de un empeoramiento de la nitidez en los objetos más alejados. Pero esta sensación se irá perdiendo progresivamente a medida que el sistema visual retome sus hábitos naturales y el músculo de enfoque aprenda a relajarse de nuevo.
Para los optometristas es muy importante realizar una exhaustiva exploración optométrica de cara a poder diferenciar en que caso nos encontramos, ya que no es lo mismo un aumento real de la miopía (fisiológico) que una sensación de aumento derivado de una mala relajación muscular (pseudomiopía)